En un lugar muy lejano de la ciudad se encontraba una familia conformada por tres, el padre y sus dos hijos. Era un sitio donde la naturaleza abundaba igual que la calma en los alrededores, era un sitio muy cómodo para vivir, había de todo, los cultivos eran prósperos y el ganado también lo era, no había nada que faltara. Por las noches el hijo menor se quejaba de su vida, no le gustaba vivir ahí, quería ir a la ciudad a conocer gente y a disfrutar todas las cosas que habían allí. Se sentía desconsolado y abatido cada vez que escuchaba a uno de sus amigos cercanos hablar de lo bien que se la pasaba al ir a la ciudad, conocía a muchas chicas y hacia cosas que en aquel lugar no había donde. El hermano mayor le encantaba cumplir sus obligaciones todos los días, se sentía satisfecho con todo lo que tenía, no había algo más que pedir, se sentía dichoso. Se levantaba cada mañana para apreciar el alba que desde su ventana se veía bellísimo, la mezcla de tonalidades azules, naranjas...
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